La armonía es el arte musical que acompaña, sustenta y embellece toda melodía. Su estudio se ocupa del encadenamiento de los acordes y sus diversas funciones dentro del contexto musical. La justa y precisa combinación de los acordes aunada a la melodía y al ritmo, da como como consecuencia una amalgama de sonidos fascinantes que denominamos, música. Con el aporte del ente armónico, la música genera en quien la escucha, toda una serie de emociones y sensaciones: alegría, melancolía, movimiento, energía, paz, romance, nostalgia, excitación, tensión.
Al abordar la enseñanza y el estudio académico de la armonía, es importante resaltar algunas circunstancias trascendentales que deben priorizarse para que esta materia cumpla con su cabal y verdadero propósito. Su finalidad prioritaria consiste en conocer y expresar a través de sus principios y elementos, la gran riqueza musical y estética que le es propia. Cuando a un estudiante de armonía no se le exige durante su aprendizaje tocar en un instrumento armónico las tareas o trabajos que realiza, el aprendizaje y estudio de esta asignatura se torna árido, incomprensible, carente de todo discernimiento y musicalidad. No se adquiere la debida conciencia de lo que se está realizando.
Flaco servicio prestan al estudiante de música, aquellas facultades o departamentos de música de universidades del medio, cuyos profesores enseñan una asignatura de armonía enteramente teórica, ajena a toda práctica vocal o instrumental. Convierten dicha cátedra en un crucigrama, donde el relleno de notas, de acordes, de melodías dadas o bajo cifrados, es la prioridad didáctica. Encaminan y conducen de esta manera al alumno hacia una dimensión teórica, muda, distante de toda práctica sonora. Generalmente un estudiante de música carece, en sus inicios, de la formación y habilidad para identificar los intervalos melódicos y armónicos, las triadas, cuatriadas, etc. Este rezago en el entrenamiento auditivo le impide, desde el punto de vista auditivo, identificar o imaginarse los acordes, los enlaces o progresiones elaborados en sus diversos trabajos.
El hecho de que un estudiante de armonía escoja otro énfasis de carrera distinto al teclado, al piano, órgano o guitarra, no lo excluye del hecho de ejecutar en alguno de estos instrumentos, lo que armoniza. Antes o simultáneamente a su aprendizaje armónico, debe pasar por la cátedra o el área de piano o teclado complementario, disciplina que dota al estudiante de los recursos necesarios para que dichos instrumentos pasen a ser una herramienta de gran utilidad en su quehacer armónico. Solo el piano, como instrumento polifónico por excelencia, ofrece todas las posibilidades que permite la comprensión global de la armonía, del contrapunto, de la orquestación.
No intentamos significar con lo anterior, que todo pianista o ejecutante de los teclados, sea necesariamente un buen armonizador o arreglista. Un íntegro y calificado armonizador debe estar dotado, además del conocimiento y de la práctica, de un exquisito gusto musical, de un feeling, de una inventiva e imaginación, cualidades que se comienzan a estimular dentro del aula de clase. Colombia, desde tiempos pretéritos, se ha distinguido por ser cuna de grandes orquestadores y arreglistas, los que junto a nuestros notables compositores, han enaltecido, engrandecido y exaltado la incomparable música popular y folclórica del país. Actualmente, sus reemplazos o sustitutos no son equiparables. Incidirá en algo, el estudio de la armonía sordomuda?